30 septiembre 2005

 

He visto... Smoking Room


Smoking Room (JD Wallowits / Roger Gual 2002)

En 2003, en aquella ceremonia de los Goya célebre por el “No a la Guerra” y el éxito total de “Los Lunes al Sol” de León de Aranoa, se alzaban con el premio a la mejor dirección novel JD Wallowits y Roger Gual, por una película pequeña, totalmente independiente, sin apenas promoción: Smoking Room.

Con un presupuesto ínfimo, montaron una cooperativa específica para producir la película, mantuvieron una actitud desafiante tanto con la industria nacional (o esa especie de “industria” inexistente con ínfulas de grandeza) como con la ortodoxia del cine, se hicieron con alguna que otra DVCam y un reparto de actores excepcionales (grandes profesionales, ninguna estrellita) y allá que fueron, se echaron a rodar.

Inicia la película y poco a poco vamos conociendo a una serie de personajes , trabajadores de una empresa, al parecer recién adquirida por norteamericanos. Entramos de lleno en sus conversaciones y nos acercamos a su personalidad que se ve poco a poco definida. Y la acción comienza a tomar una forma medianamente lineal cuando Ramírez (Eduard Fernández) se ve obligado a fumar en la calle debido a una nueva norma que prohíbe fumar a los empleados en el centro de trabajo. Decide tomar la iniciativa y comenzar a recorrer firmas, aunque se encontrará con muchos compañeros que se niegan a ello, prefiriendo más bien mantener silencio (pese a que les joda la medida) para salvar el culo de posibles represalias.

Ramírez se acerca a cada compañero de oficina y, con la excusa de si firma o no firma, conocemos su personalidad, sus filias y sus fobias, sus dramas personales, sus manías…

Esta película nos demuestra que no hace falta un gran presupuesto para sacar adelante una obra sobresaliente, ni hace falta ir de cultureta del cine, ni pamplinas varias. Con iniciativa e imaginación, grandes historias pueden llevarse a la pantalla. El guión y la dirección son magníficos, pero lo que destaca por encima de todas las cosas es el fenomenal trabajo de todo el reparto. Desde el mencionado Eduard Fernández al veterano Juan Diego, pasando por otros secundarios habituales cómo Chete Lera, Antonio Dechent o Francesc Orellá (este era “Telmo” en “El Comisario”). Y si debo destacar a alguno, a alguno por encima de los demás, es para mi un auténtico descubrimiento Francesc Garrido (qué más adelante saldrá en “Mar Adentro”) que interpreta al maniático Fernández, protagonista de los diálogos más oníricos de la película.

Los elementos de que dispone Smoking Room para triunfar son los justos y necesarios: buen guión, buen reparto, buena dirección, imaginación y una historia que tiene lo suyo, interesante por el desarrollo de todos los personajes y sobretodo por la reflexión que conlleva sobre el compañerismo, la responsabilidad, luchar por lo que uno cree justo, la falsedad…

Se habla mucho de crisis del cine local, los nuevos creadores, nenes de escuela de cine, pseudo bohemios pretendidamente profundos y otros pájaros lloran porque no hay subvenciones, el gobierno no les hace caso, lágrimas de cocodrilo de quien no se atreve a sacar lo que lleva dentro. Smoking Room, a parte de todas sus virtudes como película singular, que son muchas, es un claro ejemplo de que querer es poder. Esta es la senda a seguir, las cartas están sobre la mesa.


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