23 febrero 2006

 

He visto... Fahrenheit 451

Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966)

Por fin he saldado la cuenta pendiente que tenía con esta película, ya que tuve un intento anterior hace varios meses pero empecé a verla muy de noche y el sueño me venció la partida.

Ahora la he retomado con ganas, aunque he de decir que de momento no encuentro mi química con Truffaut.

En un futuro sin libros, los bomberos son una fuerza represora y fundamental en el orden público. Los libros se queman sin piedad y se persigue a quien los lee. Así, ser miembro del cuerpo de bomberos es todo un orgullo, y más si, como a Montag (Oskar Werner) van a ascenderte.

Montag es un funcionario fiel y leal sin ningún reparo en quemar libros, dado que en su opinión, pese a no haberse acercado jamás a ninguno, sólo traen infelicidad a la gente. Su vida es anodina y su mujer (interpretada por Julie Christie) es una idiota que pierde el tiempo viendo la televisión todo el día.

Montag empezará a plantearse cosas cuando conoce a Clarisse (interpretada también por Julie Christie, que tiene doble papel y actúa con gran solvencia) una chica inquieta que lee libros.

No digan que una vez puestas las cartas sobre la mesa la película no les parece interesante. Efectivamente es interesante de principio a fin, sin embargo falla bastante.

No he leído el libro y puede que la clave esté ahí, pero lo cierto es que la película da muchas cosas por sabidas que sin duda en el libro deben quedar estupendamente reflejadas, pero en la película mejor que te las imagines.

Así, la amistad entre Montag y Clarisse alcanza una rapidez impresionante, el interés de Montag por los libros es totalmente repentino e inverosímil y, además, sin esfuerzo alguno ¡sabe leer! (sin duda esto es lo más surrealista de toda la película, no se si en el libro de Bradbury explicarán esto). El carácter de la esposa no se refleja más que con trazos muy forzados, así como las supuestas enemistades dentro del cuerpo de bomberos (no se si recuerdan un capítulo de Los Simpson en el que Homer sugiere a Mel Gibson que en una película metan un perro con cara de malo y mirada sospechosa para que todos sepan que es el malo).

Los acontecimientos se desarrollan a toda velocidad sin llegar a configurar una estructura. La película, salvo sus 20 primeros minutos (más bien introductorios) tiene este pecado durante todo su metraje y prácticamente hasta el final, ya que el desenlace también está hilvanado con cierta calma.

Lo positivo sin duda es que (salvo que estés muerto de sueño previamente) se deja ver y el interés está ahí. Es además, pese a sus evidentes fallos, una historia que plantea muchas cuestiones sobre la dominación, el pensamiento libre y la anulación como persona.

El molómetro de Sonic:


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