25 abril 2006

 

He visto... El límite


El límite (Miguel Ángel Refoyo, 2004)

El visionado de “El límite” era algo que me producía una tremenda curiosidad desde que tuve noción de su existencia hace quizá dos años, gracias a los comentarios del señor Refo en el foro “Cinexilio”. Pude conocer el weblog del amigo Refo y obtener, creo que también de dicha bitácora, el diario de rodaje.

Estuve pendiente de sus diferentes estrenos y no pude acudir a uno anterior celebrado en Madrid, cuestión que me fastidió sobremanera y que no hizo sino aumentar mi curiosidad por esta pieza corta.

La tarde de ayer fue la adecuada y no crean que no hubo casualidades, pues debía de hacer unas gestiones por la zona de la FNAC y no sabía si me daría tiempo o si, dándome tiempo, cogería sitio. Se alinearon los planetas y por fin pude disfrutar como se debe del célebre “límite”.

Se trata de una obra gótica y oscura, una historia que alcanza en sus breves minutos de proyección toda su magnitud artística. La historia de una persona con una vida relativamente normal cuya vida gira drásticamente al conocer a un señor que se dedica al noble oficio del asesinato. Nuestro protagonista comienza a actuar como secuaz del asesino al tiempo que siente repulsa por todo lo que hace. Quizá los bajos fondos de la sociedad salmantina le seducen más que una vida típica con jefe, coche y sueldo, lo cierto es que se ve atrapado en un mundo peligroso hasta el punto de sufrir importantes trastornos personales.

Toda esta situación confluye en un punto concreto, el momento en que el asesino le pide a su secuaz que ya le toca matar y demostrar su valía, romper con los tapujos que asaltan su mente y matar a la víctima que corresponde. En una discusión donde los principios personales de cada uno salen sobre la mesa, el final será el más inesperado.

La obra de Refo es, de las tres que pude disfrutar con serenidad en la tarde de ayer, la más cercana a mis gustos cinematográficos. No digo que sea la que más me gustó de las que vi (aunque me gustaron todas, ya anticipo que mi premio va para “Personas Mayores”), sino que demuestra un estilo más cercano a mis gustos personalísimos. Los fallos son escasos, pero existentes. Claro que yo no lo habría hecho mejor, pero los diálogos no me convencieron demasiado y el desenlace, que como decía es inesperado en un principio, acaba siendo demasiado evidente. Quizá sean fallos debidos a la inexperiencia o a temer que no se entendiese lo que con imágenes era evidente. Por el contrario, las virtudes son importantes, la fotografía es brutal, los actores son correctísimos, la concepción de la historia es brillante y el estilo, que es al fin y al cabo lo que define a un director, a mi me ha llegado al alma.

El molómetro de Sonic:


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